Bárcena Mayor, secreto perdido entre montañas cántabras

Entrando en Bárcena Mayor

Siempre he sentido verdadera predilección por los pueblos del norte, os lo he dicho en numerosas ocasiones. Y está claro que no es ni mucho menos algo casual, ni cosa de un par de ellos o tres. Realmente los pueblos de la costa cantábrica, los que se sumergen en los valles asturianos, aquellos que siembran los campos gallegos, todos tienen un particular encanto especial, una mezcla de magia y misticismo que los hace originales.

Muy pero que muy pequeñito, de apenas 70 habitantes, es el pueblo de Bárcena Mayor, en Cantabria. Cuando lees algo de él antes de llegar, y te comentan que es el pueblo más importante de la zona, y que se trata de un Conjunto Histórico-Artístico desde 1979, piensas que vas a encontrar un pueblo más grande. Pero cuando comprobé que apenas llegaba al centenar de habitantes, y lo pude divisar al fondo, la sensación fue quizás especial.

La carretera que nos lleva hasta allí ya es un indicativo de lo que nos vamos a encontrar. Se trata de un antiguo camino de diez kilómetros construida en 1929. Llegamos hasta Bárcena, y disfrutamos de sus calles empedradas, sus casas del mismo material, con sus tejados rojos a dos aguas. El verde de las hierbas sobresale en algunas partes de dichas edificaciones. Me encantan las balconadas de madera y el paisaje que se muestra al horizonte si miras Bárcena hacia atrás, como si te despidieras de ella nada más entrar.

Nos cuentan aquí que este reducto ya existía en época visigoda, con lo que, haciendo un pequeño cálculo, podemos estar pisando uno de los lugares más antiguos de Cantabria. Hay documentos que certifican la existencia de un hospital en el siglo XII, al que acudían los enfermos que visitaban Castilla con el fin de repoblarla.

Pasear por Bárcena no os llevará mucho tiempo, la verdad, pero aún así disfrutaréis como os digo con el entramado de piedra de sus calles y casas. Son las típicas edificaciones de la vivienda montañesa rural. Bárcena cuenta con una iglesia del siglo XVII, con un precioso y coqueto retablo de la Inmaculada.

Bárcena es también un lugar perfecto para recorrer si os encanta el senderismo. Los parajes de sus alrededores son maravillosos, Es sí, en invierno son prácticamente intransitables. Lo mejor es dejarlo para primavera, cuando el verde cántabro será mucho más intenso. Las vistas son preciosas y nos encontraremos con típicos caseríos rurales, en los que apreciar la emocionante experiencia de pasar unos días en rincones casi perdidos.

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