El castillo de Bran y el Conde Drácula
Todos los países tienen sus mitos y leyendas, aquellos personajes que convierten al lugar en un centro de interés para el mundo. Y el turismo sabe sacarle su provecho. En el caso de Rumania, esa persona está representada nada más y nada menos que por el célebre conde Drácula, la creación del escritor británico Bram Stoker: figura del terror clásico, el vampiro es también una creación de la literatura romántica, alguien a cuya inmortalidad le imprime el aura trágica del amor que trasciende los tiempos.
Drácula ha llegado a ser una figura con tanta presencia, que incluso hay quienes creen que ha existido en la realidad. Sin embargo, Stoker se habría inspirado en el príncipe Vlad Tepes, conocido como el “empalador”, por la forma bastante sanguinaria en que se deshacía de sus enemigos. Sin embargo, dicen que no se trataba de alguien tan violento. Decididamente a la imposición de su leyenda ayuda el lugar donde residía: el Castillo de Bran, ubicado entre las montañas de Bucegi y Piatra Craiului, cerca de Brasov.
¿Cómo es el castillo de Bran?
El Castillo fue construido en 1378 y formaba parte por aquel entonces de un complejo de ciudadelas de frontera: de hecho, fue torre de defensa y se erigía a sobre una roca a 200 metros de altura. Era casi inexpugnable para el enemigo. También fue por aquellos tiempos un lugar ideal para controlar el tráfico comercial, dado que conectaba Transilvania con la provincia de Valachie. Su función era similar a lo que hoy se conoce como aduana.
Su edificación es bien de la época medieval, con su muro de defensa en ladrillo y piedra calcárea bruta. Además en su interior se hallan elementos de tortura típicos de ese tiempo, que algunos relacionaban maliciosamente con los hábitos Vlad Tepes. El castillo tiene cuatro plantas y 60 salas, vinculándose algunas de ellas por múltiples pasadizos subterráneos con un aspecto fantasmagórico. En la actualidad funciona como un museo de historia y arte feudal.
Quienes visiten el castillo de Bran pueden admirar su mobiliario importado de Europa occidental por la reina María. También, dirigiéndose por un pasadizo secreto, se va a un altillo en el que se encuentra un sarcófago: la leyenda decía que ahí dormía Tepes. Armaduras, piezas de cerámica y armas de los siglos XIV al XIX forman parte de la colección especial que tiene este museo para mostrar. Otra cosa para sorprenderse son las enormes escaleras de caracol. Sin dudas, un lugar magnético que sirve, también, para fantasear e imaginarse al Conde Drácula sufriendo de amor por la bella Mina y recorriendo este lujoso castillo.
Para seguir recorriendo Transilvania…
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