Tomar, hogar de la historia en Portugal
Claustro principal del Castillo de los Templarios
Desde 1893, la pequeña ciudad de Tomar, en Portugal, es considerada parte del Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A pesar de su dimensión modesta, este lugar es depositario de las más valiosas joyas de la historia y la arquitectura de la región, y cada uno de sus monumentos nos remonta varios siglos hacia atrás, para revivir los acontecimientos que cambiaron el rumbo de su pueblo.
A principios del siglo XII, el rey Alfonso Henriques donó los terrenos que rodeaban la actual Tomar a la Orden del Temple, que había sido de gran ayuda al momento de conquistar tierras a los moros. En 1160, el Mestre Gualdim Pais ordenó el comienzo de las obras para construir un castillo.
La edificación está unida una iglesia de planta octogonal conocida como la Rotonda de los Templarios. Se trata de una verdadera perla que sigue las líneas arquitectónicas del templo levantado por Constantino sobre el Santo Sepulcro de Jerusalén. El Mestre ordenó que se poblara la región, y fue así que nació Tomar.
Tras la abolición de la Orden del Temple en 1314, los Templarios se refugiaron en Portugal y fundaron la Milicia de los Caballeros de Cristo, con el aval del rey Denis y de la Santa Sede. Al pasar los años, los hallazgos marítimos y la expansión del territorio llevaron a que, como símbolo del desarrollo, se expandieran también las líneas del monumento hacia occidente.
Así se dio forma a lo que hoy configura uno de los testimonios históricos más importantes de Portugal, y de importancia para todo el mundo. Entrelazados con las andanzas de antiguos hombres que luchaban por un ideal, estos edificios son parte de un pasado que permanece muy vivo en la memoria.
Los viajes con destino al nuevo continente se ilustran en numerosas obras que decoran el castillo y la iglesia, y en donde se muestra a los antiguos caballeros convertidos en exploradores de altamar.
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