Tumbas-trofeo en Japón
En tiempos de guerra la crueldad humana no tiene ningún tipo de límite. El odio y el rencor se apoderan de los corazones de los individuos, los cuales creen cometer crímenes totalmente justificados. Siglos y siglos de historia hacen realidad esta afirmación y nos dejan muestras evidentes de los episodios más sangrientos ejecutados por la mano del hombre.
En Japón, como en muchos otros lugares del mundo, es posible observar algunas de estas muestras, carentes a simple vista de significado pero con una traducción macabra. Es el caso de los monumentos-tumba, trofeos de guerra que a día de hoy siguen en pie.
En Japón había una tradición en los tiempos de guerra, esta era la de cortar la cabeza de los enemigos capturados y llevárselas al señor feudal. Estas cabezas se transformarían en suculentas recompensas al soldado. Durante la guerra contra Corea, bajo el mando de Toyotomi Hideyoshi entre 1592 y 1598, la tradición se modificó. Pasaron de cortar cabezas a arrancar las narices y orejas tanto de los soldados enemigos como de los civiles muertos. Estos miembros eran sumergidos en salmuera para poder conservarlos bien hasta llegar a su destino.
En esta época, Japón comenzó a llenarse de estas tumbas-trofeos en las que se enterraban las narices y orejas para ensalzar la valentía de los soldados japoneses. La más conocida, o por lo menos la más importante ya que a día de hoy parece que muy pocos autóctonos conocen el significado de estos monumentos, es la de Mimizuka. Esta tumba, emplazada en Kyoto, albergaría un número de 40.000 narices. Un número que si bien parece ya grande nada tiene que ver con el número total de las mismas, ya que muchas se pudrieron o perdieron y por tanto no fueron enterradas con las demás.
A pesar de que Japón muchos desconocen el significado de estos trofeos, lo cierto es los Coreanos no han podido olvidar este episodio, el cual se considera una ofensa y un monumento a la crueldad.
Foto vía: paperblog
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