El camino celestial, entre Pekín y Lhasa
El camino celestial, o, en mandarín, Tianlu, solventa la travesía entre Pekín y la ciudad santa de Lhasa, en el Tibet. Este tren, cuyo recorrido de ida es más largo en la subida que en la bajada al himalaya(48 horas frente a 47), se comenzó a construir en secreto en los años cincuenta, y fue completado en 2006.
El régimen comunista de Mao Zedong siempre soñó con llegar a Tibet en tren desde China, quizá por demostrar una vez más el poder del hombre sobre la naturaleza, quizá por cuestiones de imperialismo. Los últimos 1158 kilómetros fueron construidos en los últimos dos años precedentes a 2006.
El ferrocarril comienza su ascenso desde las mesetas del sur al Himalaya, y alcanza los 5072 metros de altitud. En un principio, sus vagones iban a estar presurizados, pero se desechó la idea por el tiempo que se perdería en cada parada con la presurización. La solución final consiste en la equipación de máscaras de oxigeno en cada asiento.
Sobra explicar la grandeza y espectacularidad del paisaje, el tren se adentra en las montañas nevadas como si la cordillera se lo tragase. Los pasajeros tienen la sensación de insignificancia que supone el verse entre tanta inmensidad. Poderosas montañas y laderas se van dejando atrás en el trayecto hacia el techo del mundo, a la ciudad prohibida.
El tren posee dieciséis vagones, y capacidad para 98 pasajeros. Atraviesa siete túneles, cada cual más alto y el precio del billete es de 48 dólares en su versión más barata, es decir, en asiento duro. Las clases media y alta disponen de cama, la primera es dura y cuesta 101 dólares, la segunda, cama blanda, sobre 155 dólares.
Es un precio bastante económico para lo que supone el viaje, ascender a la cordillera más alta del mundo disfrutando de la majestuosidad del paisaje, además de una forma rápida y cómoda de llegar a la ciudad santa de Lhasa.
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