Proyecto 131, la ciudad oculta de Mao
Nos situamos durante la década de los 60, en plena Guerra Fría. Las tensiones entre los dos bloques, occidental-capitalista y oriental-comunista, era totalmente insostenible. Recordemos que en 1962 tuvo lugar la crisis de los misiles de Cuba, en la cual el mundo se planto a un sólo paso de una III Guerra Mundial protagonizada por un mortífero arsenal nuclear.
Ante este panorama el gobierno de China, liderado por Mao Tse-Tung, urde un plan. Un plan que tenía como principal misión proteger a toda la población de Pekín si se desatara el conflicto nuclear entre los dos bloques. Un proyecto que fue denominado de forma codificada como “proyecto 131”, y que crearía una red de túneles subterráneos para salvaguardar a la población de los posibles ataques.
A partir de ese momento más de 300.000 ciudadanos se presentaron voluntarios para comenzar a excavar la red subterránea. Túneles que llegaron a ocupar 85 kilómetros de diámetro con profundidades de hasta 18 metros. Una verdadera ciudad oculta en el subsuelo de la ciudad a la cual se podía acceder a través de aproximadamente 90 puertas ocultas en negocios y tiendas repartidos por zonas como Quiamen y Chongwen. Estos accesos estaban completamente escondidos, nadie a simple vista podría prever la existencia de ningún refugio tras ellos, y es que ante todo se quería guardar el secreto de dicha construcción.
La red se construyó para albergar aproximadamente 6 millones de personas, actual población de Beijin. Desde la organización y planificación de la obra eran conscientes de que cabía la posibilidad de que ante un conflicto nuclear la gente pasara una larga temporada en su interior. Por este motivo se construyeron todo tipo de edificios como hospitales, colegios, tiendas, restaurantes e incluso cines. Estos lugares estaban perfectamente ventilados mediante túneles, y dichos túneles contaban con un mecanismo que los cerraría automáticamente en caso de conflicto nuclear o químico.
El conflicto no llegó, la ciudad subterránea no fue usada. Es cierto que algunos de los pasajes fueron ocupados para uso del propio gobierno, el resto fue completamente olvidado por la población, a excepción de aquellas personas que contaban con grutas en sus tiendas o casas. También ha sido descubierto por algunos curiosos que no han dudado en utilizar su espacio para habilitar espontaneas casas, lugares de reunión o un ambiente perfecto para una fiesta. En la actualidad es bastante complejo bajar, no obstante si se conoce a la gente adecuada y se paga el dinero correcto será posible pasearse por este monumental refugio a prueba de bombas.
Foto vía: Lugaresabandonados
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