Brasilia, la samba moderna

Brasilia

Si a uno le preguntan, por curiosidad, qué se puede ver en Brasil, un alto porcentaje indicará, cómo no, Río de Janeiro, su carnaval, Salvador de Bahía, las favelas, los sambódromos, un buen partido de fútbol en Maracaná,  la catedral de la magia del balón… Pero, curiosamente, la moderna capital brasileña, Brasilia, quizás entre poco en las quinielas turísticas para ser visitada. Tal vez, sólo sea por el hecho de que es la capital del país, pero Brasilia es algo más que eso, diríamos que mucho más. Sin ir más lejos, y sólo como pequeña referencia, podemos decir que esta moderna ciudad es la única del mundo construida en el siglo XX que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, otorgado por la Unesco en 1987.

Fundada ni más ni menos que en 1956, sólo 4 años más tarde fue designada como capital del país. Localizada en el centro de Brasil, a 950 kilómetros de Río de Janeiro, tiene una población de 2.500.00 de habitantes. Fue construida a partir de la nada, amplias extensiones de terreno que fueron haciéndose urbanizables, modernas, funcionales, junto a los ríos Preto, Santo Antonio do Descoberto y Sao Bartolomeu.

Pero Brasilia no sólo es una ciudad arquitéctonica, voluminosa en sus expresiones urbanísticas por el hecho de ser tan moderna. La capital brasileña es una ciudad viva, una ciudad con múltiples posibilidades. En ella es imposible dejar de visitar su Catedral Metropolitana de Nuestra Señora Aparecida, un edificio singularísimo, moderno, de forma hiperboloide, con techo de vidrio, que, a no ser por la cruz que la culmina, nadie diría que nos hallamos ante una iglesia, y menos una Catedral.

Catedral de Brasilia

Tampoco hay que dejar escapar el precioso Santuario Don Bosco, del que, según cuenta la leyenda, el sacerdote salesiano que da nombre a dicho santuario, soñó ya con la ciudad de Brasilia  en 1883.

Y para percatarse de que nos hallamos ante una ciudad moderna, sólo tenemos que visitar la Plaza de los Tres Poderes, llamada así porque en ella se concentran el poder ejecutivo (con el Palacio de Planalto, lugar de trabajo del Presidente de Brasil), el legislativo (con el Congreso Nacional) y el judicial (con el Supremo Tribunal Federal).

Para colmo de modernidades, el Puente Juscelino Kubitschek, conocido como el Puente JK o Puente Presidente, una inmensa construcción de 1200 metros de longitud, realizada sobre el Lago Paranoá, un lago artificial ideado para incrementar las reservas disponibles de agua en el país.

Como ven, la modernidad al alcance de sus habitantes. Todo esto que hemos comentado antes lo pueden disfrutar ustedes, desde la distancia, claro está, aupados en el mirador Torre de TV, de 224 metros de altitud, que sirve como mirador de la ciudad. Recomendable incluso para quienes padezcan de vértigo.

Y en medio de esta explosión urbanística y de modernidad, Brasilia cuenta con innumerables zonas verdes que atenúan considerablemente la sensación de ciudad-hormigón. Resulta casi imposible  hallar un solo resquicio en toda la ciudad que no haya sido tocado por la naturaleza paisajística.

En Brasilia, gracias a su modernidad y su carácter cosmopolita, podemos encontrar restaurantes de todo tipo: cocina italiana, árabe, asiática, o la propia del país. Si prefieren degustar la cocina brasileña, ya que han hecho el viaje, no olviden pasar por el Restaurante Mouraria. Y si me lo permiten, y tienen la oportunidad, háganlo en junio, el mes festivo de la ciudad. Un mes en donde Brasilia celebra a sus dos santos patronos, San Antonio y San Pedro. Las calles se vestirán de color, la alegría brasileña y toda Brasilia se lanzará a la calle para hacerle llegar sus Fiestas Juninas, el gran festival de junio. También es muy recomendable la visita en Navidad, pues el clima de la ciudad, en torno a 20 grados la temperatura mínima, y el ambiente festivo, harán del viaje un recuerdo imborrable.

Fiestas Juninas

Brasilia, el rincón cosmopolita y moderno, la urbe donde los atardeceres bailan a ritmo de samba.

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Categorias: Brasil, Viajar por América



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