Londres, a orillas del Támesis
Se dice no solo en voz baja sino casi agigantando la voz que la ciudad tiene tantos habitantes que las calles nunca están vacías, que su pluriculturalidad es bien celebrada, que está ubicada al pie del Río Támesis, que este río parte en dos a la ciudad. Que es una ciudad privilegiada, que es el lugar de reyes, del Palacio Real. Que es cosmopolita, que tiene de todo, que no le falta nada, que sus calles son hermosas, que si pudieras no la dejarías.
Dicen que su gente es hermosa, libres, que no se detienen ante nada, que son ingleses en todo el sentido de la palabra. Que las plazas y avenidas tienen el aire olímpico, porque la ciudad respira los Juegos Olímpicos del 2012, que los preparativos ya empezaron. Que el juego ya ha principiado, que tiene su máximo clímax por las noches londinenses, donde la vergüenza se pierde, donde la diversión recorre cada pequeño espacio de esta ciudad. Que tu timidez se disipará fácilmente. Que las noches son frías y los días también, que el mejor abrigo es una buena bebida y el paseo incansable por las calles, así tus piernas dejan de estar gélidas y tu corazón empieza a latir.
Se dice que cada paso es una experiencia única, que sin necesidad de ingresar a un mueso aprecias a un recuerdo, a una época pasada, que el aspecto medieval convive con la modernidad, que Londres sabe hacer eso, que le da paso a lo nuevo pero no se entromete con lo tradicional. Que el Palacio de Buckingham es muestra de lo fabuloso, que su construcción invita al sueño real, a imaginarte rey o reina por un día. Que aquí los hoteles y restaurantes están al servicio de todos, que aquí la hora se respeta que hay que disfrutar la hora del té sin pasarse de un solo minuto.
Que el mundo respira deporte, que Wimbledon está aquí, homónimo de uno de los mayores torneos mundiales del deporte blanco: el tenis. Que el Arsenal, el equipo de la ciudad es local aquí, que uno disfruta en las graderías con la enorme afición por el fútbol, deporte que nació en Inglaterra. Que no hay mayor placer que ver tan cerca a los futbolistas en ese vértigo tras un balón y oír el rugido de los hinchas a pesar del frío que recorre cada parte de sus cuerpos, porque estás en Londres y todo se vive a pleno.
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