Basilea, la musa de los Alpes

Hoy dirigimos nuestros pasos hasta Suiza, concretamente a la ciudad de Basilea, la tercera ciudad más poblada del país, con casi 200.000 habitantes. Se encuentra al noroeste del río Rhin y tiene la pecualiaridad de que limita tanto con Francia como con Alemania, con las regiones de Baden, alemana, y Alsacia, francesa. De ahí que Basilea, su ciudad, sus habitantes y sus tradiciones, sean un perfecto conglomerado de los tres países.

Basilea

En la colina donde se asienta la ciudad, los celtas, allá por el siglo VI a.D, construyeron una fortificación para ofrecer los primeros vestigios de Basilea. Al encontrarse en un enclave de cruce de caminos, Basilea pasó por numerosas manos: llegó a ser ciudad franca en el 450, en el 1000 formó parte del Sacro Imperio Germánico, y en 1500 fue adherida por la Confederación Helvética. Es por esta época cuando Basilea cobra verdadero protagonismo al convertirse en punto culminante de la cristiandad de Occcidente con el Concilio de Basilea, así como por ser la primera ciudad en donde se imprimieron ejemplares de la Biblia, hoy texto de culto de la religión protestante.

Pero, a pesar de esta mezcla de culturas que pueden apreciarse desde la lejanía, un paseo por Basilea nos hace reconocer rápidamente su marcado carácter suizo. El crudo invierno suizo, sus estrechas callejuelas empinadas, los escaparates de sus tiendas adornados con detalles de chocolate. Basilea es un lugar para visitar sobre todo en primavera o verano. Si lo hacéis en invierno, abrigaros. La situación geográfica de Basilea, junto al Rhin y rodeada de colinas, hace que las temperaturas en esta época del año bajen ostensiblemente.

Comenzamos nuestros recorrido atravesando la Puerta Spalentor, el único vestigio que queda de la antigua Basilea amurallada. Una imponente puerta flanqueada por dos torreones, con techo en forma de pináculo puntiagudo, bellamente decorado. Ha sido la puerta de Basilea desde el siglo XIII. Impresionante testigo de nuestro comienzo. Ella nos da paso a la Spalenvorstadt, una preciosa avenida que nos muestra la belleza artesanal de esta ciudad (hay que recordar que Basilea recoge cada año, en junio, la feria Art donde se reúnen galeristas de arte de medio mundo), tanto cosas típicas como auténticas obras de arte de otras épocas y otros lugares.

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Podemos bajar hacia la Markplatz a través de una sucesión de calles estrechas. En esta plaza encontramos el Ayuntamiento de la ciudad. Esta plaza es el corazón de la ciudad antigua, la ruta comercial, animadísimo por las mañanas con su tradicional mercado de verduras. Como decimos en ella se encuentra el Rathaus o Ayuntamiento, un curioso edificio de color rojo construido en el siglo XVI, con una torre también del mismo color, aunque realizada posteriormente. Rodeando el Ayuntamiento toda una exquisita gama de tiendas a cual más profusamente decorada, y numerosos turistas que se confunden con las bicicletas de los habitantes de Basilea, y saludan la estatua de Munatius Plancus, el fundador de la ciudad.

Las calles cercanas a la plaza central tienen un sabor genuinamente local: preciosas casas perfectamente decoradas, de vivos colores, otras más antiguas, pero no por ello mejor conservadas, tranvías de color verde que dejan a los turistas en algún rincón de las muchas cafeterías que circundan el lugar, jóvenes con un enorme dulce de chocolate en sus manos. Sobre todo la calle Stadthausgase, una céntrica calle con una curiosa fuente en el centro de un mono comiendo uvas

Más adelante, nos acercamos a la Catedral. Aquí cambia el clima bullicioso de la plaza central. Todo se vuelve más tranquilo. Las calles empinadas y más estrechas provocan una bella sensación relajante. La Catedral de Basilea se levanta sobre lo que antiguamente fue una iglesia carolingia. En el 1019 se levantó el templo que hoy vemos, de estilo románico. Resultan llamativas sus dos torres rematadas con altísimas agujas góticas que sobresalen de los tejados. También nos resulta cuanto menos original su color, casi rosado, propio de la piedra caliza de la región. La puerta de entrada, la Saint Gall, está considerada como una de las mejores puertas románicas de la Europa de los Alpes. Y si subimos a sus campanarios, las vistas sobre el Rhin serán excepcionales: barcos, puentes medievales cruzando el río, y la parte nueva de la ciudad al otro lado del río. En su interior, no podemos pasar por alto, en una pequeña capilla, la tumba de Erasmo de Rotterdam, que vivió sus últimos años de vida en Basilea.

El museo principal de la ciudad, uno de los muchos que se encuentran, es el Kuntsmuseum o Museo de Bellas Artes, que guarda colecciones de pinturas de los siglos XV y XVI, aunque destaca sobremanera por su amplia exposición de figuras del arte contemporáneo. Ya dijmos anteriormente que Basilea es centro de exposiciones artísticas. Aquí en este Museo se celebran importantísimas exposiciones de todo el arte que se expone en casi todas las galerías del mundo en la actualidad.

Por tanto Basilea es un lugar lleno de encanto, tradiciones, un paisaje bellísimo acariciado por el Rhin, un centro cultural enorme para los amantes del arte, y un lugar exquisito para pasar unos días completamente relajados, sentados en sus terrazas, con sus largas mesas de madera, tomando la típica cerveza suiza con unos bretzel, panecillos salados en forma de lazo. Eso sí, sentaros a comer entre las 12.00 y las 14.00, pues en estos lugares las costumbres a la hora de comer son muy diferentes a las españolas. En verano se celebra aquí el Basel Tattoo, un gran acontecimiento de tradición celta, con música de gaitas por las calles, bailes folcklóricos y enormes mercadillos medievales por toda la ciudad. Y no os acercáis en verano, hacedlo en la época de Carnaval, pues el carnaval de Basilea es la fiesta principal de la ciudad, uno de los carnavales más celebrados de Europa

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Cómo llegar

Basilea es peculiar hasta en su aeropuerto. Lo comparte con la ciudad francesa de Mulhouse , así que mucho ojito cuando os bajéis del avión, pues debéis buscar la puerta de entrada hacia Basilea, porque fácilmente podéis recorrer tres países en un mismo aeropuerto. Está muy cerca de la ciudad, y desde él podéis tomar un taxi. O bien podéis dirigiros a las taquillas de trenes y autobuses en la propia terminal (el autobús que enlaza Basilea con el aeropuerto es el número 50, y tarda entre 10 y 15 minutos en realizar el trayecto). La compañía que con toda seguridad conecta Basilea con la mayoría de ciudades del mundo es Swiss Air. Desde Madrid y Barcelona parten vuelos diarios con Iberia y la compañía suiza.

Aunque, si os gusta recorrer Europa en coche, Basilea al encontrarse en el centro de Europa, tiene unas magníficas conexiones terrestres. La línea de autobuses Eurolines une Basilea con la mayoría de capitales europeas. Y si preferís el tren, hay que hacer antes escala en Zúrich, desde cualquier punto de Europa.

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Categorias: Suiza, Viajar por Europa



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