Nueva York y Woody Allen

Nueva york

«Él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar. Nueva York era su ciudad y siempre lo sería».

Los conocedores de la filmografía de Woody Allen reconocerán estas famosas lineas pertenecientes a su obra más significativa, Manhattan. Viajar a Nueva York siendo amante de las historias que este mago del cinta cuenta sobre ella no tiene precio, reconocer los barrios, los puentes y las plazas, escenario de romances y desengaños en sus películas y tener esa sensación de «ya he estado aquí» hace que compartamos ese sentimiento de amor por la ciudad que nunca duerme.

Acercarse a Brooklyn para pasear por los barrios donde vivían los chicos de «Días de Radio«, acudir al cine donde se proyectaba «La Rosa purpura del Cairo» o adentrarse en Chinatown para buscar la consulta de aquel médico chino en «Alice». Demasiados lugares, demasiados recuerdos, hace falta mucho tiempo para recorrer la ciudad y mucho más para llegar a conocerla. No puedes caminar doscientos metros sin pensar, «esto me suena». Nueva York está viva y la hemos ido recorriendo inconscientemente en las secuencias de nuestras películas favoritas.

Central Park, el corazón, el lugar donde Allen y Keaton discuten sobre el universo, filosofan y se declaran amor eterno, una zona verde entre gigantes, marrón en verano y blanca en invierno. Reconoceríamos el lago, el paseo central y nos imaginaríamos a esos personajes tan propios de él que negar su existencia sería prácticamente imposible.

Y que mejor lugar para despedirse de la metrópoli antes de la partida que sentarse en un banco del Batterside Park, contemplando el atardecer tras el puente de Queensboro, recordando aquello de «Me encanta esta ciudad, viviría eternamente en ella».

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Categorias: Estados Unidos, Lugares de cine, Viajar por América



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