El Fuerte de Samaipata, en Bolivia
El Fuerte de Samaipata es uno de los yacimientos arqueológicos más representativos e interesantes de Bolivia. El escenario en que se encuentra situado es un verdadero paisaje idílico que envuelve con su halo de misterio y belleza a estas ruinas datadas en los siglos XIV y XVI.
El fuerte, situado en el centro del país, al sur del Parque Nacional Amboró, se encuentra en el departamento de Santa Cruz, provincia de Florida. Fue construido sobre un cerro y su estructura se extiende por la ladera sur.
En lo alto, a unos 1950 metros sobre el nivel del mar, se constituyó el centro ceremonial, con grabados rupestres que hoy representan una importante vía para acceder al pasado de este lugar. En la parte baja, funcionaban las instituciones administrativas y se construyeron también las viviendas de los habitantes de Samaipata.
En lo alto del cerro, se esculpió una roca de inmenso tamaño, que es un vestigio invaluable de las creencias y costumbres de los habitantes prehispánicos de América del Sur, y es considerado uno de los elementos históricos más importantes de esta época en el continente. Además, es el mayor petroglifo del que se tiene conocimiento en todo el mundo. Por todo esto, la Unesco declaró al sitio Patrimonio Cultural de la Humanidad en el año 1998.
Los estudios realizados en el yacimiento de Samaipata fue construido por miembros de la cultura guaraní, un conjunto de pueblos que habitaron en Sudamérica, en especial en Argentina, Brasil, Paraguay y, como estos hallazgos indican, en Bolivia.
Como podéis adivinar de lo que hemos dicho hasta ahora, el nombre de “Fuerte de Samaipata” no es sino un apodo, debido a la ubicación en la altura del cerro que tiene el centro ceremonial. Pero en realidad, no tiene la estructura ni cumplió la función de una fortaleza.
De hecho, la estratégica situación de la parte más espiritual de Samaipata radica en la cercanía con los dioses, que permitía al hombre comunicarse con ellos. Además, se cree que también brindaba la posibilidad de realizar observaciones astronómicas, que resultaban favorables para la agricultura.
Foto 1 Vía: Artslon
Foto 2 Vía: Roger Coathup
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